Un día de domingo en Oaxaca

Sandra de los Santos.- En el mapa se ve uno a lado del otro, pero para llegar de la capital de Chiapas a la de Oaxaca se tienen que hacer 10 horas de camino, pura sierra. Oaxaca y Chiapas tienen más coincidencias que ser dos estados ubicados al sur del país, en ambos convergen diferentes culturas indígenas que han sobrevivido a más de 500 años de marginación.

Los domingos en el zócalo de Oaxaca son, sin exagerar, mundialmente conocidos este incluye rigurosamente la visita al mercado 20 de noviembre, a unas cuantas cuadras de la plaza central de la capital Oaxaqueña.

El recorrido inició en eso de las 10:00 horas en uno de los tianguis de artesanías, que se instalan en el zócalo los domingos, a lo lejos ya se escuchaba la música de la banda de música del Estado de Oaxaca, ejecutaban un huapango bajo la sombra de los grandes árboles de la plaza central.

El tianguis de artesanías era muy parecido a cualquiera de los que se instalan en Tuxtla Gutiérrez o San Cristóbal de las Casas y es que al igual que por estos rumbos, allá ya se llenó de artesanía de Guatemala, que hacen pasar por nacional, o en el peor de los casos artesanía pirata. Unas cuantos textiles se escapaban y eran realmente hechos por manos Oaxaqueñas.

Mientras los fieles salen de la catedral la banda de música sigue con su concierto del domingo. Esta banda, que tiene una tradición de más de 100 años, por igual ejecuta un huapango, una chilena, o los clásicos de Strauss como el Danubio azul. Los Oaxaqueños y los turistas suelen quedarse a todo el concierto que cada domingo da la banda bajo la sombra de los arboles del zócalo, son alrededor de dos horas en donde la gente se acomoda en las sillas, que se colocan para la ocasión.

En los domingos de zócalo es imposible no ver a una mujer vestida con el traje tradicional de tehuana, lo portan con tal orgullo que a cualquiera le daría ganas de irse por el suyo, el traje de la tierra propia.

En el zócalo de Oaxaca, mero afuera del Palacio de Gobierno, están las mujeres desplazadas de San Juan Copala. Sus mantas, bien podrían estar colgadas en cualquier otro Palacio de Gobierno, en el de Chiapas por ejemplo, y es que lo que demandan es algo que piden diferentes pueblos indígenas del país “autonomía, paz y justicia con dignidad”.

Dicen las mujeres de San Juan Copala que a Gabino Cue le está saliendo el “Ulises Ruíz” que lleva adentro, ellas fueron testigas de que hace unos días los maestros fueron sacados del Palacio de Gobierno por policías con tolete en mano. Ellas siguen resistiendo, se necesita más para moverlas.

Unas cuadras adelante del zócalo está el mercado 20 de noviembre en donde se puede encontrar: tlayudas, chapulines, mole, cecina, tazajo, pan de llema, champurrado, chocolate y mezcal.

Llegar a Oaxaca y no ir a uno de sus mercados es haberse perdido la mitad de lo que significa este lugar. En el 20 de noviembre, el mercado, está Oaxaca reunida, aquí se siente, se huele, se saborea, se ve, se escucha, todos los sentidos dicen que se está en una tierra diferente.

En el mercado se puede disfrutar del téjate, una bebida tradicional que podría decirse que es prima del pozol, también está hecha de cacao y maíz. Las mujeres para prepararlo tienen que amasar los ingredientes.

En el mercado y el zócalo se ven niños y mujeres de diferentes etnias Oaxaqueñas vendiendo diferentes artesanías, les falta la persistencia de las y los tsotsiles, quienes son tan insistentes que se les termina comprando algo, los de Oaxaca a la primera que les dicen “no, gracias” se dan la vuelta. Acá también han llegado mujeres, hombres y niños tsotsiles a vender, no sólo su artesanía, sino cualquier clase de chuchería. Se distinguen por su traje de lana, por su persistencia, necedad, no dejan ir al cliente hasta que logran venderle algo.

Es difícil entender a Oaxaca en unos días, pero si se va en domingo y se llega al zócalo y al mercado se podrá ver mucho de lo que este lugar significa, la tierra de Benito Juárez, pero también de Porfirio Díaz y Ulises Ruíz. El lugar que parió a Chuy Rasgado, Álvaro Carrillo y Rufino Tamayo, el sitio del que se enamoró Frida Kahlo, en donde las mujeres triquis han demostrado que la justicia y la dignidad no se regatea, esto es sólo algo de Oaxaca.

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