Incrementan casos de VIH en mujeres

Sandra de los Santos.-En el pequeño cuarto sólo había una cama individual cubierta con una sobrecama rota y una mesa en la que encima había una parrilla eléctrica. Un niño de cinco años sin camiseta y con evidentes muestras de desnutrición jugaba en el piso de tierra. Las dos personas que vivían ahí, una señora de 36 años de edad que con trabajo se levantaba de la cama y el niño tenían VIH. Eso fue en el 2003. Juana –nombre ficticio-ya falleció y el niño se encuentra en un albergue en el centro del país.
Juana vinó a confirmar su estado seropositivo a unos meses de que muriera. “Estoy segura que el que me contagió fue mi esposo, el papá del niño, él se fue hace unos años de la casa, pero ya andaba enfermo, pero nunca me dijo nada” contó en aquella ocasión en su casa de cartón y pedazos de madera, ubicada en la colonia El Refugio en el municipio de Chiapa de Corzo.
No es la primera mujer que le pasa esto, muchas no llegan a tener un diagnostico que les permita conocer su estado porque no tienen acceso a los servicios de salud o no cuentan con la suficiente información para que puedan sospechar que tienen el virus.

27% de casos diagnosticados de VIH son de mujeres

En Chiapas, de acuerdo a cifras oficiales de la Coordinación Estatal del VIH, existen 5 mil 649 casos acumulados de VIH en la entidad, es decir casos notificados desde 1986 hasta la fecha. De estos el 73 por ciento corresponden a hombres, lo que significa 4 mil 108 casos, y el 27 por ciento a mujeres, lo que se traduce a mil 541 casos.
Aunque el comportamiento de la epidemia en la región es predominantemente masculino, de acuerdo a las estadísticas, con una relación de tres hombres por cada tres mujeres afectadas por el VIH, es importante reconocer el incremento paulatino que se ha dado a lo largo de la historia de los registros de los casos, y es que de empezar siendo, por así decirlo, una epidemia casi exclusivamente de hombres, el número de casos de mujeres infectadas ha ido en aumento.
Esta situación, consideró Alejandro Rivera Marroquin, director del Colectivo para la Atención de la Salud Integral de la Familia (CIFAM), se debe a la situación vulnerable a la cual se enfrentan las mujeres en su cotidianidad por su condición de género, especialmente aquellas con menos acceso a la información, a los servicios de salud sexual y reproductiva, o las que por estar en situación de violencia su situación es más critica u otras que están en riesgo como las migrantes o las trabajadoras sexuales.
“En Cifam hemos observado en el caso de las mujeres viviendo con VIH que tienen antecedentes de violencia familiar, incluyendo violencia sexual, que además han vivido con gran arraigo a los roles tradicionales de género con el sometimiento hacia la pareja masculina, así como la escasa o nula posibilidad de decidir sobre su vida e incluso sobre su cuerpo” señaló Alejandro Rivera.
Muchas de las mujeres con diagnósticos de VIH, refirió el activista, son viudas y las que aún viven con su pareja mantienen arraigados los roles tradicionales de género.
“La mayoría de ellas han dedicado su vida completamente al cuidado de la familia incluso del propio esposo en situaciones de salud complicadas hasta la muerte donde ellas permanecen casi siempre, a pesar del abandono del resto de la familia extensa, de soportar los gastos de los hijos e hijas, de la familia en general, y dejar de lado el cuidado de su integridad y obviamente de su salud, muchas veces cuando son viudas, se dedican totalmente a su familia, y limitan las posibilidades del ejercicio pleno de su sexualidad o de convivir con una nueva pareja” manifestó el director de Cifam, organización que trabaja con el tema de VIH.
Aunque estas situaciones no son generales para todas las mujeres, es importante señalar que los roles tradicionales de género tienen un impacto en la salud en la vida de la población femenina.
Por ocupación las amas de casa ocupan el primer lugar de contagios de VIH esto también tiene que ver con su condición de género, la mayoría de ellas se contagian por su propia pareja a quien no le exigen utilizar condón.
Alejandro Rivera Marroquin manifestó que no basta con proveer condones, masificar estrategias de información, sino que es importante reconocer cómo se llega al diagnóstico del VIH a cada población. “Si bien es cierto la posibilidad de transmisión sexual heterosexual es alta, también es importante señalar que las prácticas sexuales de hombres con otros hombres es una realidad, pero el riesgo estriba en que estas relaciones ocasionales se dan sin la conciencia de los riesgos que implican para los propios hombres, como el caso del VIH cuando no existe un condón de por medio, pero también la implicación para la salud de las mujeres, cuando muchos de estos hombres son los esposos, los novios o clientes de trabajadoras sexuales”.

El derecho a la información y a decidir sobre su propio cuerpo

El tener acceso a los servicios de salud, el respeto al derecho a decidir sobre su propio cuerpo y tener información científica sobre el ejercicio de su sexualidad son factores que influyen para la feminización del VIH manifestó el director de CIFAM.
El grado de vulnerabilidad de cada mujer depende del ejercicio de sus derechos. “El caso de una mujer indígena su vulnerabilidad aumenta desde que hay un porcentaje alto que no sabe leer y escribir, no hay información en su lengua, no tienen acceso a los servicios de salud o la pareja, inclusive, no le permite el cuidado de su salud sexual y reproductiva”.
El caso de las trabajadoras sexuales es también preocupante y es que aunque pueden llegar a tener la información e incluso utilizarla con sus parejas ocasionales, no lo hacen así con su pareja formal con quien regularmente tienen una actitud de sometimiento aunado a la falta de sensibilización de los trabajadores y funcionarios de salud para atender a esta población añadió el activista.
“Consideramos que cualquier política de salud en este tema debe de ir focalizada al autocuidado, fomentar el hecho de que no hay otra persona responsable de la salud más que uno mismo, sin embargo aquí es donde se cruza con las barreras que imponen en primer lugar los roles tradicionales de género y segundo lugar la política pública en materia sexual y reproductiva”.
Las organizaciones civiles que trabajan en la campaña “Por una maternidad libre y voluntaria” han insistido en que para mejorar la salud de las mujeres es necesario implementar políticas públicas que permitan desde la niñez conocer a cada persona su cuerpo, saber sobre la sexualidad y los cuidados de la misma. Implementar acciones desde la objetividad, el respeto al Estado Laico y el punto de vista científico.
En la medida que esto sea posible se logrará cumplir con uno de los objetivos del milenio, que en Chiapas son reconocidos en su Constitución Política, disminuir los casos de VIH.

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