TEXTO: SANDRA DE LOS SANTOS
FOTOS: PABLO CÓRDOVA
Su oficina delata su oficio, por donde sea hay un montón de pequeñas figuras de animales del pasado: mamut, dinosaurios, perezosos y cocodrilos. En el piso hay varias cajas con fósiles y herramientas, como un martillo de una sola pieza que es capaz de romper cualquier roca, y un sombrero estilo Indiana Jones.
Gerardo Carbot Chanona tiene 36 años, es biólogo de profesión y tiene 10 años dedicados a la paleontología, dice él que la forma correcta de llamar su oficio es “paleó biólogo”.
La paleontología le llamó la atención desde pequeño, cuando le gustaba pensar que los dinosaurios no se habían extinguido y que los que dibujaba en sus hojas del cuaderno podrían cobrar vida.
“Creo que los palentologos elegimos de cierto modo esta carrera porque nos gusta ser niños: podemos tener muñequitos en nuestra oficina y nadie piensa que estamos locos, imaginamos cómo eran los animales y la flora del pasado y nadie nos tacha de ingenuos y podemos revolcarnos en la tierra y nos pagan por ello” dice Gerardo, sentado en medio de un montón de figuritas de dinosaurios, que parecen ser la colección de un niño que ama las películas de Jurasick Park.
Gerardo ingresó a la carrera de diseño gráfico porque tenía la idea de ser “paleo artista”, los profesionales dedicados a las ilustraciones, animaciones o reconstrucciones de los animales del pasado, pero se dio cuenta que ese no era su camino y cambió de profesión, inicio la licenciatura en biología.
Cuando estaba en el tercer semestre de la carrera empezó a hacer trabajo voluntario en el Museo de Paleontología del Instituto de Historia Natural y Ecología (IHNE), cuando concluyó la licenciatura fue contratado en el museo para hacerse cargo de los estudios de los vertebrados fósiles, ahora es encargado de la colección paleontológica del estado.
Contrario a lo que se ve en las películas de Holliwood, el estudio paleontológico es otra cosa, no se trata solo de salir con el sombrero de Indiana Jones e internarse en lo senderos menos explorados. “Hay diferentes formas en cómo nosotros hallamos fósiles: por cuestiones históricas porque ya sabemos que en esa zona hay, por el reporte que nos hace la gente, que a veces sin querer encuentra algo, y por el análisis de mapas” cuenta Gerardo.
El trabajo paleontológico es importante para la industria, por medio de los fósiles se pueden encontrar yacimientos de petróleo o carbonato; y sobre todo explica cómo era este planeta hace millones de años.
Los fósiles le cuentan cosas a Gerardo, le dicen que en la región centro del estado antes estaba cubiertas de un mar con suficiente luz y que no alcanzaba temperaturas muy bajas.
Estudiar los fósiles es necesario para entender la evolución de las especies, los cambios climáticos y de la tierra, ayuda a entender lo que podría venir en un futuro.
Chiapas es un buen lugar para estudiar paleontología, tiene representaciones de todas la eras y es un sitio poco explorado en comparación a otros. Pero, quienes se dedican a este oficio en la entidad se cuentan con los dedos de la mano y Gerardo es uno de ellos.
El paleo biólogo dice que lo que más le interesa es el estudio de los cocodrilos, pero de hace millones de años, uno de sus grandes logros profesionales es haber encontrado y estudiado parte de la estructura ósea de uno de estos grandes animales, que han logrado sobrevivir varias eras.
A Gerardo le apasiona su oficio, le gusta hablar de él, salir a buscar fósiles que le digan cosas que sería imposibles volverlas a ver. Su trabajo hace que, aunque hayan pasado varios millones de años que ciertas especies de hayan desaparecido de la Tierra, de la memoria de la humanidad aún no se extingan.
Gerardo busca en los fósiles el sentido a la vida
Publicadas por
Periodismo sin censura
martes, agosto 04, 2009
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