De marginadas a homicidas: mujeres choles encarceladas por mal parir

Patricia Chandomí.- El Estado jamás apoyo su maternidad, en total las tres tuvieron 13 hijos al margen de cualquier política social; excluidas, marginadas y empobrecidas, hoy Carmen, Juana y Rosario, jóvenes, indígenas, pobres, violentadas, monolingües y analfabetas están privadas de su libertad en el penal de San Cristóbal de las Casas, de parir solas, sin atención médica y en situaciones de pobreza extrema, pasaron a homicidas.


“No fueron sentenciadas por aborto, sino por homicidio agravado en grado de parantesco; aquí está claro como para amolar más a las mujeres se apropian de nuestros discursos, nosotras quisimos agravar los feminicidios en grado de parantesco, porque no es lo mismo que te asesine un desconocido a que te asesine una persona que ha sido tu compañera; pero no paso, sin embargo, para el delito de homicidio por grado de parantesco cuando las procesadas son mujeres si aplican, hasta con un sólo testigo” sostuvo la destacada abogada feminista, Martha Figueroa.


La abogada lleva los tres casos de Carmen, Juana y Rosario todas indígenas choles de la zona norte de Chiapas, acusadas de homicidio agravado en grado de parentesco, “en realidad estas mujeres tuvieron malos partos, todas fueron señaladas de malas madres, cuando lo que falló fue el Estado por mantenerlas en total marginación y exclusión”.




Carmen sobreviviente de tortura doméstica


“No tengo el valor ni de matarme” dice Carmen, después hace una gran pausa y no vuelve a hablar, sus compañeras de celda justifican “es por el maltrato del marido le llegó a pegar hasta con leños del fogón, le pegaba en la cabeza, le pegaba unas patadas como si fuera hombre, como si fuera animal, como si no sintiera nada”, su abogada también confirma “Carmen ha vivido mucha violencia, eso le ha provocado una visible disminución mental”.


Carmen es una indígena chol de la zona norte de Chiapas, madre de 5 niños, su esposo la torturo por años, la amenazaba de muerte, el esposo no sólo la torturaba a ella, llegó a agredir a su propia madre, quien al igual que Carmen lo denunció en repetidas ocasiones, sin embargo, el torturador salía libre.


En su sexto embarazo Carmen decide dejar a su “compañero” y mantiene una relación con su cuñado quien es policía de su comunidad, “yo me sentía protegida cuando estaba con el, pero cuando se iba a trabajar llegaba José y me decía que me iba a matar, que ese hijo no era de él, que en cuanto naciera me iba a matar a mí y a la criatura, yo viví todo el embarazo con mucho miedo, tenía miedo que nos matara,” dijo Carmen, antes de quedar en silencio.


Con el apoyo de un traductor Carmen cuenta su historia “como todas las mañanas me fui a la milpa, no sabia que ahí me iba a agarrar el parto, yo sabia que era tener hijos, yo tenia ya 5 hijos, pero me acobardé, tuve tanto miedo que llegara él y nos matara, tuve al niño y me puse a gritar para que nos ayudaran, como nadie llegaba, me arrastré por el campo, con mucho dolor y miedo, pero nadie me ayudó, cuando regresé a buscar a mi hijo ya no estaba y en eso llegó la policía y me trajo a la cárcel por homicidio”.


En marzo del 2012 Carmen cumplirá un año en el ala femenil del penal número 5 de San Cristóbal, se le acusa de homicidio agravado en grado de parantesco y está en espera de ser sentenciada.



Juana mi preocupación de todos los días es que mis hijos no murieran de hambre


En la misma situación se encuentra Juana y su esposo Caralampio, ambos están acusados de tentativa de homicidio agravado por grado de parantesco.


Juana y Caralampio ya no querían tener más hijos, “somos muy pobres, había veces que a mis 6 hijitos les daba yo una tortilla al día, yo decía mis hijos se me van a morir de hambre, esa era mi preocupación de todos los días, nos poníamos a llorar de tanta pobreza, todos trabajábamos el campo y no alcanzaba”.


A Juana le agarró el parto en el cafetal, “nunca visité doctor ni nada, no podía parar a descansar, había que trabajar todos los días, y trabajando me llegó el niño, nació ahí en el monte, lo dejé ahí arrimado a unas plantas mientras fui rápido a avisarle a mi marido, cuando regresé ya no estaba, pensé que había caído al barranco, al regresar a mi casa ya nos estaba esperando la policía, nos acusaron de intentar matarlo”, explicó Carmen.


“Ahí supe que mi hijo vivía, nos lo quitaron, el DIF ya lo dio en adopción, nos acusaron de quererlo matar, y estamos encerrados, yo me siento muy impotente, me preocupan mis hijos, a veces me quedo pensando si con nosotros a duras enas si comian que es de ellos ahora que su padre y su madre están encerrados” señala Juana, quien apenas está aprendiendo español al igual que Carmen.


Carmen y Juana, jóvenes, indígenas, pobres, violentadas, monolingües y analfabetas esperan su sentencia, ambas ya cumplieron 10 meses encarceladas.


Rosario 9 años en prisión por un mal parto


Rosario es también indígena chol, de una comunidad de Palenque, trabajaba de mesera y tenía un embarazo de 8 meses, vivía sola no tenía compañero, en el Restaurant-bar donde trabajaba en ocasiones tenía que acompañar al cliente a beber unos tragos, “era el único lugar donde me aceptaban con 8 meses de embarazo, ese dinerito me permitía pagar mi cuarto, ese día me acuerdo dejé de beber en cuanto me senti un poco mareada, vivía en un cuartito de azotea, donde se subía por una escalera de madera, iba subiendo cuando me caí y así perdí a mi bebé, ni bien me había repuesto de la pérdida cuando me dicen que yo debía ir a la cárcel por matar a mi hijo”.


Rosario fue sentenciada a 15 años de prisión por ser primodelincuente, su delito fue “homicidio agravado en grado de parentesco”, al igual que Carmen y Juana, sólo que la joven lleva 9 años de su vida en prisión.


En esos largos 9 años, Rosario aprendió español, hoy puede contar su historia sin ayuda de un traductor; Rosario se ha embarazado un par de veces en el penal, pero ningún embarazo llega a buen termino, por su deficiente estado de salud. Rosario suspira por sus dos hijos que dejó antes de ingresar al penal.


“Aquí las autoridades juzgaron a Rosario por el contexto, como era sola, pobre y trabajaba de mesera, dieron por hecho que le estorbaba tener un hijo; es absurdo esperar 8 meses y después dejarte caer de una escalera que pone en peligro tu vida misma; en estos tres casos está claro la misoginia que actúa contra las mujeres y el castigo corporal y social a las más pobres e históricamente marginadas, por eso buscó que las liberen lo más pronto posible, exijo que estas mujeres tengan acceso a la justicia” sostuvo la abogada.


Este caso ilustra la clara violación a los derechos de las mujeres contemplados en la Convención para la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, concretamente el Estado Mexicano violó el Artículo 12 que garantiza el acceso a la salud a fin de asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, el acceso a servicios de atención médica, inclusive los que se refieren a la planificación de la familia.


Los Estados Partes garantizarán a la mujer servicios apropiados en relación con el embarazo, el parto y el período posterior al parto, proporcionando servicios gratuitos cuando fuere necesario y le asegurarán una nutrición adecuada durante el embarazo y la lactancia.

Con estos casos es evidente también el incumplimiento del artículo 14 que señala

Los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en las zonas rurales a fin de asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, su participación en el desarrollo rural y en sus beneficios, y en particular le asegurarán el derecho a: Tener acceso a servicios adecuados de atención médica, inclusive información, asesoramiento y servicios en materia de planificación de la familia;Beneficiarse directamente de los programas de seguridad social.

Así como obtener todos los tipos de educación y de formación, académica y no académica, incluidos los relacionados con la alfabetización funcional, así como, entre otros, los beneficios de todos los servicios comunitarios y de divulgación a fin de aumentar su capacidad técnica; gozar de condiciones de vida adecuadas, particularmente en las esferas de la vivienda, los servicios sanitarios, la electricidad y el abastecimiento de agua, el transporte y las comunicaciones.

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