Revive el PRI en la entrega de la medalla Rosario Castellanos

Sandra de los Santos.- Entró con el traje de Chiapaneca, con su pelo canoso trenzado y unos aretes de filigrana. Beatriz Paredes Rangel, actual diputada federal por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y ex dirigente de ese mismo instituto político llegó a la sala de sesiones del Congreso del Estado de Chiapas para recibir la medalla Rosario Castellanos junto con el gobernador del estado, Juan Sabines Guerrero y una comitiva de diputados locales de diferentes fracciones parlamentarias.

En la sala de sesiones, desde una hora antes, ya estaban la camada, casi completa, de su partido que gobernó en México y en Chiapas durante décadas: ex gobernadores, ex diputados locales y federales, el “viejo” PRI en pleno. Muchos de ellos fueron nombrados en su discurso: Pedro Ojeda Paullada, Absalón Castellanos, Jorge de la Vega, Patrocinio González Garrido. En la misma sesión estaban la segunda generación de ese PRI: Roberto Albores Gleason, uno de ellos.

Beatriz Paredes estuvo sonriente en casi toda la sesión, poco común en ella, desde lo alto de la mesa directiva saludaba con gestos y levantando la mano a muchos de sus “entrañables amigos”, a algunos de ellos poco se les ve, desde que dejaron de gobernar son contados a los actos públicos a los que asisten.

La sala de sesiones estaba llena de políticos, de antes y de ahora, por ahí se veían a Eraclio Zepeda, quien también hizo vida en el PRI; Susana Harp, Elba Macías, contados los artistas que asistieron a diferencia de cuando se le entregó la presea a Elena Poniatowska, Carlos Monsivais o Enoch Cancino Casahonda. El acto de ayer fue diferente.

La diputada local por el Partido Acción Nacional (PAN), Claudia Orantes Palomares pronunció la proclama de Rosario Castellanos y la legisladora priísta, Rita Balboa Cuesta hizo referencia de la vida de Beatriz Paredes hecha en la política y la diplomacia.

Tanto Palomares como Balboa hicieron referencia de la lucha de Rosario Castellanos por las mujeres y los indígenas, lo paradójico es que en la sala de sesiones no había más de una mujer indígena. Los indígenas que estaban ahí, todos hombres, entraron a última hora a la sala de sesiones.

Después de los discursos de las diputadas, se le hizo entrega de la medalla a Beatriz Paredes. Parte de su discurso fue para saludar a los “viejos amigos”, aprovechó para pedirle al gobernador del estado la creación de un programa que lleve el nombre de la escritora comiteca encaminado a dotar de infraestructura a las escuelas indígenas.

“Un programa integral que garantice la presencia de los educadores permanentemente en las comunidades indígenas. Que garantice que la infraestructura de cada una de las escuelas y los planteles escolares esté debidamente equipada y sea suficiente. Que nos permita superar la dolorosa circunstancia de escuelas de un solo maestro” le pidió al gobernador mientras Él asentía con la cabeza.

Al final de su discurso, el público, lleno de políticos priístas y funcionarios del gabinete actual, se pararon a aplaudirle. Ella sonriente levantaba las manos al estilo de los políticos de años.

El gobernador del estado, Juan Sabines y la homenajeada develaron el nombre de Rosario Castellanos con letras doradas en el muro de honor del Poder Legislativo. El primero de los siete que se pretenden colocar.

Antes de que el presidente de la mesa directiva, Zoe Robledo, que se adelantó a querer despedir al gobernador y a la diputada federal antes de entonar el himno a Chiapas, levantara formalmente la sesión ya varios asistentes se retiraban de sus lugares y se apuraban a saludar a Beatriz Paredes y al gobernador. El senador Manuel Velasco Coello, que desde que llegó se dedicó a saludar a todos los que estaban en la sala, fue de los primeros en salir de la sala de sesiones.

Beatriz Paredes se dio tiempo para saludar a todos los que se le acercaban, de atender a la prensa, después salió acompañada de varias diputadas, salió por el estacionamiento del Congreso, no tuvo oportunidad de ver todas las vallas que se pusieron para el evento, tampoco vio que bajo la carpa que se instaló afuera del Congreso para ver en pantallas gigantes la entrega de la medalla sólo habían unas cuantas personas. Beatriz Paredes se fue de la sala de sesiones con su vestido de chiapaneca, sus aretes de filigrana y con la medalla Rosario Castellanos colgándole del cuello.

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