A manera de presentaciòn

El mejor oficio del mundo, dice el escritor colombiano Gabriel García Márquez, es el periodismo, para mí esa es una verdad irrefutable. Sin embargo, hace tres años, cuando inicie con esta sección, descubrí que muchas personas disciernen de ello, pues están seguras que su trabajo es el mejor del mundo. También para ellos es una verdad irrefutable.
Esta sección nació en otro medio informativo. Hoy se muda al Expreso de Chiapas y agradezco a Lety que le haya abierto las puertas. Así también agradezco a Fermin, Edgar y Ricardo Ortega el haber confiado en esta idea y haberla cobijado por más de tres años.
Ahora me doy cuenta que este espacio no es de alguien en particular, sino de todos y todas quienes han hecho algo por construirlo. El mejor oficio del mundo ya no contará con las imágenes de compañeros que hicieron suya esta sección y a quienes les agradezco mucho haberse subido en el barco: Valeria, Ulises, Ariel, Hugo, Pablo, Irvin y Alex.
Este espacio intenta retratar en algo la vida de hombres y mujeres que no tienen la oportunidad de estar todos los días en los medios de información y posiblemente en unas décadas ya nadie hable de ellos. Personas que le entregan la vida a su oficio diario, apasionados de su trabajo.
La sección, que saldrá todos los jueves, pretende ser un reconocimiento a ellos y ellas, una manera de hacerlos visibles, una forma de mostrar que hay quienes todos los días se levantan con la intención de dejar todo en su oficio.
Gabriel García Márquez dice, refiriéndose al oficio periodístico, que “nadie puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para esto y que esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en este oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelva a empezar como más ardor que nunca en el minuto siguiente”. (Citado por Etcétera, octubre de 1996).
Muchos pensarán esto de su respectivo oficio, aunque en varias ocasiones mal pague, pero hay acciones que se hacen, aunque pocos entiendan, por convicción, porque se anteponen los ideales al bienestar propio. A veces se realizan, hasta como un acto de egoísmo, no por el bien común, sino porque es la única manera en cómo se puede seguir caminando. Esta es mi forma de caminar y acompañar a otros en su camino.

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