Samuel, vendedor de placer

TEXTO: SANDRA DE LOS SANTOS
FOTOS: PABLO CÓRDOVA

Cuando tenía 13 años junto todos sus ahorros e instaló una pequeña tienda de juguetes para niños, el negocio no prosperó, pero algo de él sabía que en los juguetes y en el comercio estaba su futuro, diez años después volvió a reunir todo su dinero y decidió, una vez más, poner un negocio, vendería otra vez juguetes, pero ahora para adultos.
José Samuel García Decelis tiene 31 años de edad, es licenciado en ciencias de la comunicación de profesión, pero comerciante por oficio. Es propietario de una cadena de sex-shop en Chiapas, la inició hace ocho años con una pequeña tienda en Tuxtla Gutiérrez, ahora son cuatro y la matriz no le pide mucho a otras tiendas de su tipo, que están en el centro del país.
En los aparadores de la tienda se puede encontrar un sin fin de juguetes sexuales capaces de satisfacer la fantasía de cualquiera. Hay penes de diferentes tamaños, algunos de ellos parece imposible que alguien pueda usarlo con fines placenteros, salvo que sea sadomasoquista.
En la tienda hay, entre otras cosas: películas y revistas XXX, lencería, disfraces; artículos para el pene como: extensiones, anillos para retardar la eyaculación, fundas con textura para el miembro varonil, esferas anales y vaginales, vibradores, muñecas inflables de diferentes texturas; preservativos con olores, sabores y fluorescentes.
Lo que más se vende en la tienda son los disfraces, hay de todos los precios y de diferentes tallas, además zapatos de plataforma que el solo subirse a ellos ya resulta una hazaña.
La idea de Samuel de poner la tienda le nació por su gusto desde pequeño por las revistas y libros de sexualidad, había visitado en otros estados de la república sex-shop y al darse cuenta que en Chiapas no había, pensó que sería un buen negocio.
Samuel considera que la prosperidad de un negocio de este tipo tiene que ver mucho con la cultura sexual, con la apertura que exista en el tema. Dice que desde que abrió la tienda, hace ocho años, a la fecha ha notado cambios en la sociedad. Al inicio solo asistían hombres, ahora las mujeres son la mitad de su clientela y muchos asisten en parejas.
“Al contrario de lo que muchos piensan los que vienen a la tienda no son personas que se dedican al comercio sexual, vienen parejas, señoras casadas, cualquiera que se preocupe por tener una mejor relación sexual” dice Decelis.
En algún tiempo en Tuxtla llegaron a proliferar las sex-shop, pero al poco tiempo cerraron, la tienda de Samuel fue la única que sobrevivió y la que inició con el negocio, Samuel dice que la cultura sexual en Chiapas aún no da para tanto y que algo que le ha ayudado a seguir es la atención y es que esto es algo muy importante cuando se están vendiendo juguetes sexuales.
En los aparadores hay muchos juguetes, que para los novatos y hasta para los expertos, necesitan un manual de uso, pero parlante, alguien que le explique cómo funciona, para que no de vez de placer tenga una gran decepción por no saber cómo usar su juguete nuevo.
Samuel es un experto explicando cómo funciona cada cosa que hay en los aparadores, sabe cómo hacerlo, de forma respetuosa, pero sin dejar dudas.
Decelis dice que venden sus productos con todas las explicaciones de por medio para que no existan decepciones posteriores. A diferencia de lo que sucede cuando las mujeres conocen a un hombre y se acuestan con él sin estar al tanto de sus mañas, las clientas de Samuel salen de la tienda sabiendo bien qué se llevan, lo mismo sucede con los hombres que compran una muñeca inflable, están seguros que no habrá dolores de cabeza de por medio y que él decidirá, sin reproches, cuando terminar.

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