Noé Palacios, un anticuario de principios del siglo pasado

TEXTO: SANDRA DE LOS SANTOS

En los exhibidores hay planchas que funcionaban a base de carbón, quinqueles que alumbraban las noches oscuras de la mayoría de los hogares a principios del siglo pasado, cámaras fotográficas que ya no retratan a nadie, pero que en su tiempo fueron lo más novedoso, relojes que desde hace mucho ya no dan la hora exacta porque se quedaron parados en otro tiempo. De las paredes cuelgan fotografías de un Tuxtla irreconocible en este siglo y guardadas en pequeños cajones hay monedas y billetes, que curiosamente valen más ahora que cuando fueron impresos o cuando circulaban como moneda corriente.
Tan solo el lugar permite imaginar varias historias, todo está desordenado y polvoriento, el anticuario, propietario de la tienda de antigüedades ya no tiene la vitalidad para mantener el lugar impecable, aunque es en este sitio donde pasa la mayor parte del día.
Noé Palacios Dominguez y Villaseñor, es un hombre que nació dos años después que diera inició la revolución mexicana, está próximo a cumplir 95 años de edad y desde que se jubiló de maestro en 1962 se dedica a vender antigüedades.
A su edad ya no tiene la energía de antes para limpiar cada una de las piezas que están en la tienda, pero los billetes y monedas de las colecciones que vende le sigue dando un especial cuidado.
Cuenta que la curiosidad de conservar objetos lo heredó de su padre, desde pequeño coleccionó canicas y otras cosas que en su tiempo no eran de gran valor, muchas de ellas se perdieron en su peregrinar de municipio en municipio de Chiapas como maestro rural.
Lo primero de “valor” que llegó a sus manos fue una medalla de Maximiliano de Habsburgo y su esposa Karlota de 1866 de ahí le siguieron monedas, billetes y un sinfín de objetos de diferentes fechas.
La tienda forma parte de su hogar, un caserón que tiene unos 50 años de haber sido construido en la zona oriente de Tuxtla Gutiérrez. En este lugar ha sufrido algunos robos y por eso ahora es más cuidadoso. Nunca está solo. El negocio empezó a funcionar en un local comercial ubicado en la avenida central y tercera oriente.
Don Noe le tiene un aprecio especial a los billetes y monedas, no se trata una ambición desmedida o un apego malsano semejante a la obsesión de los hombres que amasan grandes fortunas, él ve en los billetes y monedas de colección a sus amigos y acompañantes, con quienes puede conversar todo el día.
“Pensará que estoy loco, pero yo no me puedo aburrir acá porque platicó con los billetes, con las monedas, con los libros, cuando los veo digo a “tu eres una moneda del tiempo del general Villa”, “ya te encontré billetito pensé que ya te había perdido” y así me puedo estar todo el día platicando con ellos” cuenta el anticuario, quien talvez sea el único que tiene este oficio en la capital del estado.
Dice que ahora hay varias personas en Tuxtla que se dedican a la venta de billetes y monedas antiguas, a la mayoría de ellas él les enseñó el oficio cuando no tenía un local establecido y tenía que pedir a los propietarios de otros negocios que vendieran sus colecciones a cambio de una comisión. “Les daba un muestrario de monedas y billetes para que fueran vendiendo, cuando vine a ver ellos ya se dedicaban a lo mismo” dice sintiéndose algo decepcionado.
El profesor Noe es un buen conversador, tiene una memoria envidiable, se acuerda bien de su primer amor, de sus tiempos de maestro rural, del lugar en qué se ubicaban las tiendas más conocidas de Tuxtla hace más de 50 años, de cómo se fue haciendo de cada una de las piezas que están en la tienda.
“Lo único que no vendo son drogas, armas e ídolos de piedra porque está prohibido, pero si estuviera permitido también lo vendería” dice el maestro normalista.
Muchas de las cosas de la tienda fueron de su propiedad, pero ahora ya son una reliquia. Algunos objetos no tienen muchos años y no merecerían estar en una tienda de antigüedades, pero don Noe las guarda para que sean sus nietos los que alguna vez las vendan porque a ellos también les agrada el oficio.
“Uno puede ser coleccionador de cualquier cosa, teléfonos, canicas, estampillas, de lo que sea, uno guarda una y después otra y las que van saliendo y busca otras, algunos me dicen por qué tienes tantas cosas que todavía no son antiguas, que tienen algunas décadas, porque talvez a mí ya no me toque venderlas como antigüedad, pero a mis nietos si” explica don Noe.
El negocio de vender objetos antiguos en Tuxtla Gutiérrez es poco próspero, aunque lo que si se venden bien son los billetes, monedas y estampillas postales, hay varios coleccionadores no solo en la capital sino en diferentes municipios del estado señala el anticuario.
Cuando se le pregunta qué es lo más viejo que tiene en la tienda, se ríe y dice que lo más viejo que hay en la tienda tiene 95 años y es él, lo demás es antiguo.
Por personas como don Noe es que se han conservado muchos objetos desde hace varios siglos, que ahora nos cuentan historias y nos dicen cómo eran nuestros antepasados, el anticuario está seguro que talvez dentro de algunas décadas nadie se acuerde de él más que su familia, pero cuando alguien tenga entre sus manos algún objeto que él se haya preocupado en conservar algo de él seguirá viviendo.

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