Vendedoras de caricias

SANDRA DE LOS SANTOS

Es uno de los centros nocturnos de table-dance más conocidos y concurridos en la capital del estado. El ingreso no está restringido, políticos, empresarios, empleados, estudiantes, padres de familia, hombres solteros, de lo que quieran, el único requisito es llevar varios billetes en la bolsa porque aquí nada es gratis, tan solo una lata de cerveza cuesta 60 pesos, hablar de botellas así sea el licor más barato es otra cosa, eso sí se tiene derecho a un baile en la mesa.

Esta noche varias mujeres llegaron a ver el cuerpo desnudo de otras mujeres, la mayoría llega acompañada de amigos o de su pareja, pero hay una mesa de puras mujeres que están entretenidas viendo el espectáculo de la noche, una de las bailarinas se acerca a esa mesa y les dedica su número, las clientas le aplauden complacidas.

Precisamente está chava vestida de gatubela, que prefiere bailarle a otras mujeres, es quien le echa más ganas a su oficio, se nota que no es una improvisada, que pasa horas ensayando su número.

Las otras bailarinas bailan en la pista casi de manera mecánica, a cada una le toca bailar dos canciones, en la primera nada más le cachondean al tubo, en la segunda se quitan la ropa hasta quedar desnudas.

Algunas se preocupan por limpiar el tubo antes de bailar, otras no tiene problemas con utilizarlo como lo deja su antecesora, suben a la pista a lo que van.

Al terminar su número, un anciano les da una bata y les ayuda a bajar de la pista, las acompaña hasta los camerinos para evitar que sean agredidas en el camino, pero el hombre es ignorado fácilmente, más de uno lo empuja para tratar de manosear a la bailarina y entonces ellas los evaden sutilmente.

En el centro nocturno no sólo las mujeres bailan, hay algunos clientes que les gusta hasta subir a la pista y contonearse en el tubo. En una de las mesas se observa a tres hombres que le pagan a las chavas, pero no para que ellas bailen, sino para que los observen a ellos, se atreven a quitarse hasta la ropa, aunque su cuerpo no sea tan presumible, ellas se limitan a aplaudirles, a incitarlos a que continúen armando el show alterno de la noche.

En una de las mesas, apartadas de la pista, hay un hombre que le invita una copa tras otra a una mujer vestida de enfermera, no la toca, ni conversa con ella, ni siquiera la mira ni a ella ni a las que están en la pista quitándose la ropa, su mirada está fija en el vaso llenó de licor.

Algunas de las chavas acceden a alguna que otra caricia a cambio de unos billetes, aunque la política del lugar es que no hay sexo en el antro, lo que hagan fuera ya es cosa de ellas, pero el sitio sirve también para armar el trato y los dueños lo saben, también sacan provecho de eso.

A Estefany me la encontré en el baño ya vestida con un pantalón de mezclilla, una botas de mujer fatal y un top verde, su número ya pasó y aunque no debería de salir a está hora del lugar ella ya se va “me voy escapar” dice, tiene un trabajo en una fiesta particular.

Tiene 23 años y es bastante desinhibida, le preguntó si la puedo entrevistar, dice que sí, pero que no diga el lugar dónde trabaja porque si los socios se enteran que hablo para un medio de información seguro la corren.

-Estefany no es tu nombre ¿verdad? –le preguntó-

-Es que Deborah no me gusto, Thalias ya hay muchas y Lorena no es nombre de teibolera –dice burlándose de los nombres de pila que regularme utilizan las bailarinas de los centros nocturnos.

Estefany es bastante sincera y sarcástica, cuando le digo que muchas bailan sin ganas y que “gatubela” se ve que le echa ganas al baile me dice que es porque ella tiene vocación, le gusta su oficio, y las otras, incluyéndola, no están dispuestas a esforzarse en el centro nocturno, que los buenos espectáculos los dan en las fiestas privadas, donde hay más dinero de por medio.

-¿Estás operada? Le pregunto más por curiosidad personal, pensando que la naturaleza no puede ser tan poco equitativa con las mujeres.

- ¿Se nota? Contesta agarrándose sus frondosos senos y con eso ya contestó.

-¿Te gusta tu trabajo?, ¿Lo haces por vocación o por qué no hay de otra?.

- Siempre preguntan lo mismo. –dice riéndose-, no es la primera vez que la entrevista un medio de información, pero suelta su respuesta. “A mí me gusta bailar, en serio me gusta, hay cosas que no me gustan, cuando los clientes se quieren pasar de lanza, cuando algunos quieren que se les haga algo gratis solo porque son del gobierno o de la policía, te dicen que son chingones, que no sé qué, pero no quieren pagar”.

-¿Cuánto ganas, te va bien?

-No chingues, yo no le digo cuánto ganó ni a mí mamá tampoco le digo cuántos paliltos me echó al día, por si me lo ibas a preguntar.

Estefany no está dispuesta a hablar mucho de su vida privada, me da la impresión que accedió a la entrevista nada más para divertirse un rato, como que ya está un poco harta de las historias lacrimógenas de las bailarinas de los centros nocturnos, las conoce bien y no quiere ser la protagonista de una de ellas.

-Hay clientes que les gusta que uno les cuente cosas de su vida, de cómo uno ha sufrido, cuando te encuentras uno de esos hasta le echas más porque les gusta andarse compadeciendo de la gente.

-¿Y tú qué platicas con tus clientes?

-Pendejadas.

- ¿Oye…y realmente esto es la vida fácil? –le digo un poco entrándole a su sarcasmo-.

-Nada es fácil, chula, nada es fácil, esto también es trabajo, oficio dijeras tú, pero cada quien hace lo que se le pega la gana, a mí me gusta esto. Contesta más en serio.

Como que la entrevista ya se le está haciendo algo incomoda así que la da por terminada, dice que tiene prisa, que va llegar tarde a su compromiso.

Le digo si podríamos hablar fuera del centro nocturno, si le pueden tomar fotos bailando, aunque no salga su rostro, a las dos cosas me dice que no.

En el sonido del centro nocturno suena la canción de panteón rococo “vendedora de caricias”, pienso que solo a Estefany se le puede ocurrir algo así de irónico, pero no es ella la que baila porque está en el baño preparándose para escaparse antes del trabajo, yo salgo un poco sacada de onda por lo poco que conseguí, hago un recuento y en mí cerebro me queda taladrando su última respuesta “nada es fácil, chula, nada es fácil”.

4 comentarios:

Amarantha Vázquez 12:42 a.m.  

Waaaaaa....
yo tengo una amiga que se desnuda por dinero. Dice que le encanta y que no lo dejará de hacer hasta que le salgan arrugas...

¿es en serio esta tu entrevista? Suena muy irreal.

Anónimo 12:20 p.m.  

Hola! Jordana. Pues, si es real mí entrevista talvez si no la hubiera hecho yo también me sonaría irreal, pero así es la vida muchas cosas "irreales" son reales. A veces ponemos estereotipos a la vida y a las personas y por eso cuando viene alguien como Estefany y nos estampa en la cara que no todo es blanco ni negro, que existen matices, nos hace ruido.
Gracias Jordana por tomarte el tiempo de leer el blog, por tus comentarios y bienvenida a periodismo sin censura.

Serpiente sabor Sandía 3:13 p.m.  

Sandra te felicito, me has dejado sorprendida con tu entrevista-relato...bien hecho!!!

Saludos

Amarantha Vázquez 3:21 p.m.  

Muy irreal suena no por como es la chica en cuestión, sino porque haya accedido a que la entrevistaras así porque sí..

Saludos.

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