El panteón después del día de muertos

SANDRA DE LOS SANTOS

Todavía huele a incienso, a cempsasúchil, a tamales, a ofrendas recién colocadas en las tumbas, el ambiente en el Panteón Municipal de Tuxtla Gutiérrez es de cualquier día después de una fiesta.
Las tumbas todavía lucen adornadas, muchas veladoras se resisten a apagarse y continúan encendidas guiando el camino de regreso a los muertos. En algunos supulcros se ven intactos los tamales, el dulce de calabaza y el pan que los familiares dejaron a sus fieles difuntos. ¡Ya tendrán tiempo para comérselo!
El viento es generoso y ha llevado hasta las tumbas, donde no había ningúna flor, una que otra de cempasúchil, parece un acto de democracia de la naturaleza, le quita un poco a las que tienen muchas para regalarselas a aquellas que no tienen nada.
Afuera de los panteones algunos indígenas intentan vender los últimos manojos de flores que les quedaron con aquellos que nos les alcanzó el día de muertos para visitar a todos sus familiares o bien prefieren saludarlos caundo la fiesta ha terminado.
Es raro llegar al panteón un día después del 02 de noviembre, el dolor se sufre o se festeja sin la presencia de otros, la visita tiene entonces una connotación muy diferente a la del día anterior. El 02 de noviembre se escuchaba la marimba, la banda que decía “de qué manera te olvido”, el bullicio de la gente que recordaba a sus muertos entre carcajadas y llantos, los colores de las flores, el olor a tamales y calabaza, el ambiente era otro, ahora la situación pinta diferente, las flores siguen ahí, el olor todavía es penetrante, pero es difícil encontrarse con la muerte a solas, sin una fiesta de por medio.

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